Con sus 278 km² es la más pequeña de las principales islas que componen el Archipiélago Canario. También, con tan solo 1 millón de años de antigüedad, algo que en la escala geológica representa un tiempo muy corto, es la más joven de todas, presentando actualmente erupciones volcánicas submarinas que anuncian que aún se encuentra en fase de crecimiento volcánico. Es la isla canaria más occidental, lo que contribuyó a que durante mucho tiempo el meridiano 0 pasara por ella, concretamente por la Punta de Orchilla, haciendo que se conociera popularmente como la “isla del meridiano”. Su vértice más alto es Malpaso, con unos 1.500 metros sobre el nivel del mar y 5.500 metros en total sobre la corteza oceánica. También representa la menos poblada de las islas principales del archipiélago, algo menos de 11.000 habitantes.
El Hierro representa un auténtico territorio vertical, donde la pendiente media supera el 30%, algo que ha marcado históricamente la forma de vivir del herreño. Una montaña sobre la mar donde se “vive arriba” o se “vive abajo”, pero siempre en perfecta armonía con el medio.
El paisaje de El Hierro está presidido por su monumentalidad espacial y por la espectacular plasticidad que nos brindan sus coladas volcánicas. Además, la laurisilva herreña, las sabinas de La Dehesa marcadas por la aridez y el viento de la zona, la costa con sus cristalinas aguas que ha catapultado a la isla como destino de submarinistas, y un largo etcétera, hacen que esta isla destaque por sus incontables e incalculables valores naturales, un paisaje que merece la pena descubrir.
Desde la época de los antiguos aborígenes, los bimbaches, hasta hace pocos años, el pastoreo ha supuesto la actividad más importante para la supervivencia del hombre. Con mayor representación de la ganadería que de la agricultura, el territorio estuvo dominado por los pastores, que nos dejaron un sorprendente paisaje configurado a modo de puzle, trazado por innumerables muros de piedra que marcan el uso de los pastos.
El paisaje de El Hierro está presidido por su monumentalidad espacial y por la espectacular plasticidad que nos brindan sus coladas volcánicas. Además, la laurisilva herreña, las sabinas de La Dehesa marcadas por la aridez y el viento de la zona, la costa con sus cristalinas aguas que ha catapultado a la isla como destino de submarinistas, y un largo etcétera, hacen que esta isla destaque por sus incontables e incalculables valores naturales, un paisaje que merece la pena descubrir.
Desde la época de los antiguos aborígenes, los bimbaches, hasta hace pocos años, el pastoreo ha supuesto la actividad más importante para la supervivencia del hombre. Con mayor representación de la ganadería que de la agricultura, el territorio estuvo dominado por los pastores, que nos dejaron un sorprendente paisaje configurado a modo de puzle, trazado por innumerables muros de piedra que marcan el uso de los pastos.
Sin perder sus tradiciones, entre las que destaca la Bajada de la Virgen, el pueblo herreño busca una forma de vida propia mirando hacia un futuro siempre sostenible. El Hierro representa toda una lucha contra el cambio climático con un proyecto de desarrollo sostenible que da prestigio a la isla y la distingue como sello de calidad: la central hidroeólica que sustituirá el uso de combustibles fósiles para la producción energética, el proyecto de agricultura y ganadería ecológica que busca convertir el campo en 100% orgánico, el fomento de vehículos no contaminantes, etc., en definitiva, un proyecto de sostenibilidad pensado como motor del desarrollo presente y futuro; sin lugar a dudas, la firme determinación de un pueblo que sabereinventarse.
En una isla que se ha opuesto siempre a ocupaciones de uso militar y donde el término Reserva de la Biosfera es ya una seña de identidad insular, podemos soñar que otra forma de turismo es posible: descubrir el territorio de una pequeña isla a partir del conocimiento de sus enormes valores.
Fuente: http://www.sendabiosfera.com/2014/01/xiv-aniversario-de-el-hierro-como.html
